La palabra biomasa hace referencia a la materia orgánica que se encuentra en los seres vivos. Esta materia orgánica puede ser utilizada para obtener energía, bien mediante la extracción por combustión directa (madera, excrementos animales, etc), o también de la quema de combustibles obtenidos de ella mediante transformaciones físicas o químicas (gas metano de los residuos orgánicos, bioetanol o biodiésel). En esta ocasión analizamos la biomasa como fuente de energía mediante el tratamiento sólo de la materia orgánica seca y concretamente de los restos vegetales secos que se encuentra en bosques y plantaciones agrícolas. Los tratamientos a los que se somete la materia orgánica seca para la obtención de energía son: Combustión directa y Gasificación.

El uso de restos vegetales secos para la obtención de energía se viene realizando desde tiempos remotos. Pero es ahora, que se están buscando fuentes de energía alternativa al uso de combustibles fósiles con el fin de reducir las emisiones de CO₂ a la atmósfera, cuando se están realizando esfuerzos para conocer si se puede extrapolar, ese uso esporádico y local de los restos vegetales secos como fuente de energía, a un uso generalizado.

Actualmente ya se ha avanzado en este sentido gracias a la materia orgánica seca procedente de restos vegetales que es transformada en pellet. En este punto quisiéramos hacer mención al trabajo que están haciendo en Serra, un municipio de la provincia de Valencia, como ejemplo de lo que podría ser el uso de restos vegetales secos para generar pellet y con esto energía. La iniciativa fue presentada en la última edición de Ecofira, donde Reserva Natural estuvo presente. El sistema creado aprovecha los residuos forestales y los restos vegetales secos procedentes de las explotaciones agícolas, unas 700 toneladas al año. La recogida de estos residuos es realizado por los servicios municipales que los traslada a una planta automatizada de producción de pellet localizada en el mismo municipio. Posteriormente este pellet es utilizado por la administración local en la producción de calefacción para algunas instalaciones municipales generando un importante ahorro en la factura eléctrica del consistorio. El pellet producido ha servido para que hoy día se haya desarrollado una economía basada en la generación de energía mediante un combustible renovable y creando con esto un importante número de empleos. Para llegar a este punto se han realizado esfuerzos en el diseño de calderas en los que se pueda usar pellet y además pueda ser usado tanto en hogares como en algunas industrias de pequeño tamaño. El paso siguiente sería conseguir que industrias consumidoras de grandes cantidades de energía puedan usar calderas para materia orgánica seca.

Los factores que tendríamos que valorar para que el uso de materia orgánica seca procedente de restos vegetales fuese considerado una alternativa son:

Poder calorífico.

El poder calorífico de la materia orgánica seca que se encuentra en los residuos vegetales es de 4000 kcal/kg frente a las 10.000 Kcal/Kg de los combustibles fósiles.

Cantidades suficientes para abastecer las necesidades de energía.

Los residuos de poda tanto de los servicios de jardinería de las ciudades como de las industrias agrícolas se producen en una cantidad y con una cadencia previsible.

Logística capaz de dar respuesta a la posible demanda.

Proyecto Europruning. Proyecto que pretende crear una cadena logística que contemple las fases de poda, transporte, almacenamiento y generación a partir de los restos de frutales, viñedos y olivos. A estos se les podría unir los generados en las podas de las zonas verdes de los pueblos y ciudades de España.

Tecnología adaptada a las necesidades de los consumidores.

Mediante plantas de cogeneración que incluya parrillas donde quemar el combustible grueso generado tras el astillado de los residuos de poda. Estos residuos pasan por el siguiente proceso: En primer lugar el combustible principal de la instalación, residuos forestales, agrícolas o de jardinería urbana, es transportado y almacenado en la central. En ella puede ser sometido a un tratamiento de astillado para reducir su tamaño, si esto fuera necesario. A continuación, pasa a una zona de preparación del combustible, donde generalmente se clasifica en función de su tamaño, fino y grueso, para después ser llevado a las zonas de almacenaje.

El combustible, una vez preparado se lleva a la caldera para su combustión.

Coste económico.

El análisis del coste realizado en el proyecto europrunning nos indica que existe un mercado para el uso de este combustible y que su rentabilidad está garantizada.

Obtención de los recursos de manera sostenible.

Desde el punto de vista de cambio climático, se considera que los gases de invernadero emitidos en la producción de electricidad a partir de biomasa no tienen impacto negativo, ya que el CO2 producido en la combustión es aproximadamente el mismo que la cantidad fijada por la masa vegetal durante su crecimiento. En cualquier caso, en la hipótesis de no utilizarse la biomasa en una central, el CO2 volvería a la atmósfera a través del proceso natural de descomposición de la materia orgánica.

Tomando en cuenta estas consideraciones podríamos decir que la biomasa podría proporcionar energías sustitutivas a los combustibles fósiles, gracias a agrocombustibles líquidos (como el biodiésel o el bioetanol), gaseosos (gas metano) o sólidos (leña) ; y con ello reducir la emisión de CO2 a la atmósfera y contribuir a la inversión del cambio climático. Pero todo depende de que no se emplee más biomasa que la producción neta del ecosistema explotado, de que no se incurra en otros consumos de combustibles en los procesos de transformación, y de que la utilidad energética sea la más oportuna frente a otros usos posibles, la biomasa puede ser útil directamente como materia orgánica en forma de abono y tratamiento de suelos (por ejemplo, el uso de estiércol o de coberturas vegetales). Y por supuesto no puede olvidarse su utilidad más común: servir de alimento a muy diversos organismos, la humanidad incluida.