Impactos Ambientales de una Ciudad

No hay mayor impacto que la suma de los impactos que generamos cada uno de nosotros, en nuestro hogar, en nuestro día a día. Esta suma es apreciable donde más población se acumula, es decir, en las ciudades. Si a esto le añadimos los polígonos industriales que normalmente circundan las poblaciones encontramos un importante factor que produce desequilibrios en el ambiente en el que vivimos.
El proceso que tiene lugar en nuestras vidas empieza con lo que consumimos y termina con los desechos que se generan de lo que consumimos. Al consumir alimentos estos se obtienen del suelo, por lo que generamos un impacto en el uso de este suelo que si no se hace de una manera equilibrada y sostenible se puede acabar con este, y por lo tanto, acabar con los alimentos que obtenemos del mismo. Los alimentos también generan desechos, si además estos alimentos están envasados, el volumen y la cantidad aumenta. Según algunos estudios los humanos generamos de promedio 2 kilos de residuos al día, en estos momentos la población mundial ronda los 7 mil millones de habitantes, eso quiere decir que generamos 14 mil millones de residuos al día. Está claro que La Tierra no podría aguantar este volumen de residuos si no los recuperáramos a través de la separación y el reciclaje.
Al consumir agua para beber o para la limpieza diaria también generamos un impacto. En primer lugar consumimos agua procedente de acuíferos, de embalses u otras fuentes que requieren de un consumo responsable, sostenible y equilibrado para poder disfrutar de este indefinidamente. La procedencia del agua determina el precio final que pagamos para poder usarla. El agua de buena calidad, que la hay, procedente de acuíferos, no requiere de tratamientos previos a su consumo. Si acabamos con este acuífero necesitaremos obtener agua de otras formas que requieren un mayor tratamiento y por lo tanto un aumento en el coste para conseguir un agua apta para el consumo. Este coste repercute directamente en lo que pagamos por su uso. En segundo lugar el agua que consumimos en los procesos de aseo o limpieza diaria genera aguas de desecho que desembocan mayormente en depuradoras, y digo mayormente porque aún hay poblaciones que vierten directamente al mar o a los ríos estas aguas de desecho.
Al consumir energía en nuestro hogar (luz, calor o electrodomésticos) o también para poder usar nuestro coche, con el que nos desplazamos a diario para ir al trabajo o para llevar a nuestros hijos a la escuela, generamos impactos a nuestro ambiente. La energía que usamos en el hogar procede de fuentes (centrales eléctricas) que para que se puedan convertir en energía hay que quemarlas y con esto, y ya lo expliqué en un artículo anterior, se generan desechos en forma de gases que terminan en la atmósfera . Si estos gases se generan a un ritmo mayor de lo que La Tierra puede absorber dará lugar, y ya lo está haciendo, a un aumento de las temperaturas globales. Nosotros, con el uso de nuestro coche, también contribuimos a generar esos desechos en forma de gases ya que el coche, que se mueve gracias a la quema de combustible, genera CO2, CO y NOX, gases que contribuyen al efecto invernadero y al aumento de la temperatura global.
Otro impacto que generamos en las ciudades es la ocupación de suelo. Para poder generar más espacios donde construir viviendas o para desarrollar actividades industriales utilizamos suelo que hasta ese momento estaba siendo utilizado por la agricultura (reducimos el suelo destinado a la producción de alimentos) o son espacios naturales que nos proporcionan aire, libre de exceso de gases de efecto invernadero, agua y alimentos. La ocupación de suelo que se realiza, en muchas ocasiones sin planificar, incluye espacios por los que transcurren arroyos, ríos y otros cauces naturales por los que la naturaleza evacua el exceso de agua que el suelo no puede absorber, generando con esto inundaciones, con graves consecuencias en algunos casos.
Es por esto que las ciudades generan impactos ambientales y si hiciéramos la suma de todos los impactos, de cada uno de nosotros, de cada una de las ciudades en las que vivimos, llegaríamos a la conclusión de que deberíamos empezar a cambiar nuestros hábitos de consumo haciéndolos más responsables y sostenibles. Deberíamos mejorar la planificación en el uso del agua, en el uso de las energías apostando por aquellas que son renovables, en el uso del suelo no destruyendo con esto recursos que necesitamos. Deberíamos empezar a devolver a la naturaleza lo que es suyo dándole un mayor valor a los desechos que generamos puesto que en estos hay recursos y no residuos.
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